20120308

Kony me la soba

Vuelvo a escribir en este blog, tras mucho tiempo, acuciado por la cesantía y quién sabe qué otras excusas más. La verdad es que tengo un par de artículos en carpeta, pero hasta ahora no me había hecho el tiempo para terminar de redondearlos y publicarlos; trataré de hacerlo en los próximos días (léase: nunca jamás).

¿Por qué me he sentado a escribir hoy? Creo que el título es lo suficientemente claro al respecto. Para aquellos afortunados que no lo sepan, alguien hizo un video viral y ahora todo el mundo, súbitamente, está vuelto loco a causa de los crímenes del Ejército de Resistencia del Señor, de Uganda. 7 de cada 10 personas no podían apuntarle a Uganda en un globo terráqueo la semana pasada – es bastante posible que todavía les cueste – pero ahora, súbitamente, resulta de suma importancia detener a este grupo. ¿Por qué?

Uganda. El conflicto con el Ejército de Resistencia del Señor transcurre mayor, pero no exclusivamente en el norte del país.


Primero: ¿a quién le importa Uganda? Seré sincero con ustedes: a mí no. Si me apuran podría decirles más o menos dónde está, pero es uno más de los cincuenta y tantos países africanos, la mayoría de los cuales convive con alguna clase de conflicto civil. Atrocidades más o atrocidades menos, Marruecos subyuga al Sahara Occidental, Libia sufrió una guerra civil el año pasado, Sudán todavía sufre por el conflicto en Darfur – creación de país nuevo mediante, Sudán del Sur. Pero como nadie hace un video lloroncito al respecto, seguramente no tenían ni idea –; Nigeria tiene a Boko Haram que cada par de meses causa algún atentado, hay un movimiento separatista más o menos activo en Angola, y hay una guerra civil de la puta madre en la República Democrática del Congo. Es cierto que en este último conflicto también está involucrado el ERS, pero en general hay muchas más facciones con un sólo punto en común: atrocidades y barbarie en su máxima expresión. Pero nadie dice nada al respecto, ¿no?
Si tuviera que escoger un conflicto para que me importase en África, en primerísimo lugar estaría la lucha de los sahwaríes – los habitantes del Sahara Occidental – por su independencia. La represión que sufren a manos de Marruecos ha sido bastante brutal y sostenida en el tiempo, a tal punto que este país es el único del continente que no forma parte de la Unión Africana. Según ese parámetro, es el único conflicto de la zona lo suficientemente importante como para que los mismos países africanos den muestras reales – esto es, lo que no van a lograr difundiendo un video de media hora – de apoyo. En segundo lugar estaría el conflicto en Nigeria, por la virulencia de Boko Haram, porque es un grupo relativamente nuevo – a diferencia del Ejército de Resistencia, más sobre eso más adelante – y porque Nigeria es, con bastante ventaja, el país más poblado de África y una de las endebles anclas para estabilizar el continente negro. Recién me importaría, en tercer lugar y haciendo uso de recursos de interés de los que carezo, el conflicto civil en la RDC. Ni siquiera Uganda. Sin embargo…

Acá en Sudamérica también tenemos conflictos, quizás menos violentos pero de todos modos preocupantes. Colombia es el caso paradigmático; hay focos de violencia también en Bolivia y Paraguay, aún quedan rastros de Sendero Luminoso en el Perú, y hace poco se han encendido focos mínimos de conflicto en Chile. Seguro, todavía nadie está secuestrando niños para hacerlos servir como soldados (salvo, quizás, Colombia y las FARC) pero, por otro lado, son conflictos mucho más cercanos a mí, y por eso me permito prestarles mucha mayor atención. En parte por egoísmo, es verdad; pero también, en parte, porque puedo hacer cosas acá. Una diferencia fundamental con África, que está definitivamente fuera de mi alcance. Por supuesto, es muchísimo más fácil decir que te importan muchísimo los niños de Uganda, pero cuando te pregunten si haces algo al respecto, responder que está fuera de tu alcance. Así cualquiera.

Niño soldado de Uganda Colombia.


Segundo: el Ejército de Resistencia del Señor fue fundado en 1987. Es más viejo que yo. Fue creado como respuesta a desigualdades entre distintas tribus sostenidas por el colonialismo inglés; algo muy similar al genocidio de Ruanda. ¿Se acuerdan de Ruanda? En los años '90 fue grito y plata entre la gente que se rasga ropas por cualquier cosa fea que suceda lo suficientemente lejos. Hay, sin embargo, una diferencia fundamental: el genocidio de Ruanda fue muchísimo peor que el conflicto en Uganda. Partiendo porque fue un genocidio de lleno, no un mero conflicto armado en el que se cometieron atrocidades (algo que se da, más o menos, en absolutamente todos los conflictos armados de África).
Si el conflicto en Uganda ha durado hasta el día de hoy, en buena medida, es porque nadie en Uganda ha hecho caso a las demandas, por lo demás legítimas, de los Acholi. Ahora el Ejército de Resistencia del Señor es cualquier cosa, concuerdo, y se ha desvirtuado muchísimo en cuanto a sus objetivos; sin embargo, esto no quita un cuarto de siglo de inacción y pasividad por parte de Uganda y la comunidad internacional. El ERS recién fue incluido en la lista de organizaciones terroristas de los Estados Unidos – las enemigas, no la larga lista de agencias de inteligencia y cárceles clandestinas que ellos controlan – en 2001, cuando además agregaban a esa lista a cualquier cosa que osase no mostrar la más abyecta tristeza por su par de torres hechas añicos. Creo que casi agregan a Francia.

Tercero, aún si obviamos los dos puntos anteriores, resta algo muy importante: ninguna de las otras partes involucradas en el conflicto tiene buenas intenciones. El caso paradigmático – perdón que repita esta palabra – es el Congo malo (?), donde las atrocidades son pan de cada día para todos los bandos. Los invito a leer, si tienen el estómago para hacerlo, todo el artículo de Wikipedia (en inglés, la versión en español es notablemente sucinta) sobre la violencia sexual en el Congo, teniendo en cuenta que incluso ese artículo es breve. Al gobierno de Uganda ya le dediqué unas líneas más arriba. Es cierto que se ha progresado de los días de Idi Amin, pero por otro lado… es Idi Amin, cualquier cosa cuenta como progreso de ese punto de partida. Ni hablar de los Estados Unidos, a quienes – tengo entendido, ni en pedo me mamo media hora de video sentimentaloide – buscaría apelar el mentado viral. Incluso si este país imperialista tuviera la mejor de las intenciones – algo más que dudoso – el historial de intervenciones de los Estados Unidos ha resultado invariablemente nefasto para las poblaciones locales y ha contribuido a exacerbar todos los conflictos que se ha buscado resolver.

Cuarto, y como ya dije, la solución a este – o cualquier otro – conflicto no pasa por un video viral. El mundo sencillamente no funciona así; incluso en los casos en los que las redes sociales si han tenido un rol importante (como las revoluciones de Egipto o Libia), en ambos casos el rol más importante lo han jugado las mismas sociedades: en el primer caso, a través de desobediencia civil, protestas y marchas; en el segundo, mediante las armas. La única manera de resolver un conflicto de la índole a la que pertenece el del Ejército de Resistencia del Señor pasa por la sociedad de Uganda y de los países limítrofes – Sudán del Sur, creo, ya ha tomado pasos importantes en la dirección correcta. Sentado en tu mac, tomando café de Starbucks, no se logra nada; si tanto te importan los niños de Uganda, agarra un rifle y ve a hacer la revolución. No hay de otra. Cuidado con la malaria y el SIDA.

¡Al fin la encontré en el mapa! Bah, más o menos.


Mención aparte al paternalismo abrumador de estas campañas. La noción de que la gente de Uganda necesita de la ayuda del primer mundo para resolver sus problemas me parece sumamente condescendiente para con ellos. ¿Hice ya mención al nefasto registro de intervenciones estadounidenses? Creo que sí. No quiero decir que esté mal querer ayudar a África, en general; pero me parece que la ayuda no pasa por limosnas monetarias o fondos de caridad, sino por cambios de fondo que deben ser efectuados por la mismísima sociedad africana. Cambios que no se dan, no porque los africanos no los quieran o no sepan cómo hacerlos, sino por – oh paradojas del destino – la intervención de poderes capitalistas del primer mundo, que financian dictaduras oprobiosas y contribuyen a la continuidad en el tiempo de los mayores índices de desigualdad del mundo. Y un videíto de mierda no resuelve eso; al contrario. Ojo con a quienes se apoya.

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