20110310

Me hice una cuenta en twitter

Dije que lo haría, alguna vez - probablemente, ante la insistencia casi frenética de varios de mis cercanos, que me prometieron que sería divertido, útil, o demases panaceas. Anoche sucumbí, más al insomnio - eran las 4 y tantas de la mañana - que a las ganas y, tras leer el twitter de un amigo, decidí crearme una cuenta. Total, ¿qué es lo peor que podría pasar?

Cabe hacer un paréntesis antes de continuar. Twitter pertenece a un conjunto de sitios sociales que, invariablemente, están en boga - y sí, "boga", del francés "vogue", se escribe sin embargo con b - y por lo tanto, todo el mundo está en ellos. Todo el mundo está en ellos porque, se asume, si todos están allí, necesariamente toda la gente cool debe estar allí. Esto es un silogismo válido; sin embargo, por mucho que toda la gente cool esté en esos lugares, su cool-idad se diluye en un amplio mar de gente mediocre, aburrida, y usualmente muy ruidosa; cacofonías varias, ignorancia del peor calible y, por lo general, un servicio mediocre y complaciente. Fue el caso con Fotolog, a quienes ya les dediqué un artículo. Debe haber sido el caso de Myspace, aunque nunca lo ocupé, y es sin lugar a dudas el destino de Facebook, sitio al que jamás entraré porque no hay día en que no me entere que le roban los datos personales a la gente (¡Para vendérselos a compañías de marketing! Uno esperaría, al menos, que si van a invadir su privacidad lo hagan por un motivo con onda, como para la CIA o para reclutarlo a uno a una sociedad secreta. Pero en cambio, en vez de ser un potencial terrorista, uno es un potencial cliente… no me pregunten qué cosa preferiría. Sólo diré que me parece muy triste que el cénit de la vida de mucha gente sea que sus datos sean procesados por alguien que escribe programas de publicidad, o spam).

Con todo, la gente insiste en que todo pasa y que uno debe entrar a estos sitios. A veces muerdo: me hice un blog (varios, de hecho), y mi experiencia no ha sido tan desagradable, quizás porque me gusta escribir, o porque - de manera inexplicable - a la gente que lee esto (mamá, papá) les gusta lo que escribo, en vez de llamar al loquero como cualquier persona cuerda, contarle que torturaba animalitos cuando niño*, y que me metan preso por la seguridad de la gente. En Twitter también se escribe, de modo que - al igual que con este blog - pensé que podría obviar el mar de tedio y gente pseudointeresante, y darle una oportunidad.

Craso error.

He aquí algunos de los problemas con los que me he encontrado en Twitter:
1.- No hay nada que hacer. ¿Para qué era necesario que me inscribiese? Puedo leer los tweets de Randy Milholland (y sus cómics, que me interesan mucho más) en su página, puedo leer el twitter de Charlie Sheen en las noticias, y creo que no hay nadie más a quien me interese leer. Aún si me equivocase, o si quisiera leer algo específico de alguien otrora muy aburrido, puedo leer lo que escriben sin necesidad de haberme inscrito.
En cuanto a escribir, ya cubriré ese punto. Lo otro que me queda es "seguir" a la gente, que también cubriré luego, y mirar una página que ni sé cómo, ni me interesa customizar. Grandioso - tengo todo lo que quise en un blog. Menos, claro está, un blog. Porque…
2.- No tengo nada interesante que decir. Hay un motivo por el que este blog recibe menos acción que esos señores cuarentones, obesos y con calvicie que frecuentan Facebook buscando jovencitas - porque no tengo nada que decir. Si no cierro este blog, de hecho, es porque a veces me gusta mantener lo que he escrito - y Blogger, que es un sitio muy poco cool, me borra las cosas cuando le pido que me las borre. Debiera aprenderle a otros sitios, que se rehúsan a borrar completamente contenido de sus servidores, obligando a la gente no sólo a asumir responsabilidad de sus acciones en todo momento (lo que puede parecer sensato) sino además a regular quién tiene acceso a dichas acciones. Lo que dicho sitio tampoco permite del todo… pero bueno, ni qué decir - y, además (retomando el tema) porque, una vez cada tantos meses, me dan ganas de escribir algo. Usualmente, de hecho, me dan más ganas cuando acabo de cerrar un blog.

Con todo, actualizo poco este blog. Al menos tengo la excusa de que, cuando actualizo, son posts largos, detallados, contundentes. Uno puede estar leyendo un rato largo. Cosa que con Twitter no sucede, porque…

3.- 140 caracteres es muy poco. De hecho, no es nada. Como si necesitase más problemas para escribir algo, cada vez que quiero escribir algo en mi twitter, tengo que quebrarme la cabeza para decirlo en el equivalente a tres líneas. Lo único que se me ocurre en tan poco espacio, son frases para el bronce - de las que ya hay más que suficientes. El resto, no puedo escribirlo bien, o en detalle, o para nada (por ejemplo, cualquier cosa referente a Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch y Taumatawhakatangihangakoauauotamateapokaiwhenuakitanatahu
)

4.- "Seguir" gente es un jueguito masturbatorio. De verdad. Este blog tiene pocos lectores y no me interesa, ni me interesa contarlos. Del mismo modo, si tuviese algo interesante que decir en Twitter, me importaría muy poco que la gente lo leyese; y me importaría menos aún, que un pelotudo cualquiera me tuviese en una listita medio psicopática - porque es así - en donde se entera de cada movimiento estigio que reporte en Twitter.
Digo, bien por él si así lo considera necesario. Pero en cambio, Twitter considera que es sumamente importante que esa persona sepa cuánta otra gente lee, necesariamente, cada minucia que reporta. Uno no puede escribir nada sin saber que al menos X gente lo está observando, y menos aún puede "seguir" a la gente interesante, sin subirle un poquito - o mucho - el ego a dicha persona. Porque hay gente, y es muchísima, que colecciona seguidores/amigos/firmas, porque necesitan una revalidación urgente de su vida, y al parecer la idea de salir a la calle y obtenerla por métodos válidos es arcaica y decadente.
Pues bien: no me interesa darle ese empujoncito a la autoestima de nadie. Tampoco me interesa el jueguito de "yo te sigo, tú me sigues", que - innuendo aparte - es mucho más incómodo de lo que parece. ¿Y qué si no quiero seguirte? No de mala onda, sino porque tu Twitter es aburrido. Aunque eso es un poco mala onda, pensándolo bien.
Lamentablemente, Twitter tampoco me deja muchas opciones, porque…

5.- Twitter hace cosas sin preguntarte. Estaba entonces leyendo el Twitter de este amigo - un twitter con muchas referencias repetitivas a irse a dormir, si van para donde voy - y me hago la cuenta. Con otro nick, porque el que uso siempre está ocupado por un ponja salido de quién sabe dónde (sí, de Japón). Termino de configurarme la cuenta, y ¡zas! sigo al muchacho este. Muchacho que no me interesaba particularmente seguir - o quizás sí. Pero Twitter no me pregunta si quiero seguirlo: sólo está, de pronto, en mi lista de (y como único) contacto a seguir.
Encima, el pobre se vio obligado a agregarme igualmente (ver punto 4), a pesar de que no tenía ni tengo nada que valiese la pena (ver punto 3).

En resumen: Twitter apesta. Quien quiera que se le ocurrió la idea, debe haber sido un orangután entrenado, porque no se me ocurre ningún otro ser que considere que 140 caracteres es un límite adecuado para expresar ideas al mundo. Porque, hasta la última oración y contando la posdata, este post hubiera ocupado al menos - cortando palabras - 54 tweets. Y ni siquiera es un post largo.

Les iba a postear una foto de mi gata acá, pero creo que - para aprovechar - lo haré en Twitter. Oh no, esperen un segundo. Putos, putos todos.

*no, no torturaba animalitos. Me encantan los gatos, conejos y caballos, de hecho - sobre todo asados. Pero le digo no a la tortura animal.

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