20090107

Tesis de Antropología

Para aquellos pobres desgraciados que viven en Santiago; incluso aquellos que, como yo, se ven forzados a pasar una temporada en este verdadero infierno, expiando todos los pecadillos que han cometido, notarán que quizás el lugar en donde más se nota la idiosincracia (esa idiosincracia podrida, deshumanizante, y en último término increíblemente desagradable) local, sea el metro. Y en particular, la estación Tobalaba de la línea 4.

Déjenme explicarles. No me refiero al Metro, como sistema de transporte; me parece que ha salido elegido el mejor sistema de subterráneos del mundo, y si me equivoco en esto es sólo porque quienquiera que realiza esas votaciones es un racista. El Metro de Santiago, aunque probablemente dirigido por unos tipos con camisas negras que dan marchas por el centro y obligan a sus oponentes políticos a tomar aceite de ricino, es rápido, eficiente y limpio. Y lleva a millones de personas diariamente - o, bueno, santiaguinos. No estoy tan seguro acerca de esparcirles el calificativo de "personas" de manera tan poco discriminativa.

De cualquier modo; si bien el Metro funciona - y bien -, los pasajeros son otra historia. Maleducados, malolientes, y malas personas, no tienen ninguna clase de consideración por el ser humano (o, en su defecto, santiaguino) con el que se ven obligados a compartir un espacio diminuto - ya mencioné que hay muchísima gente, así que claramente el espacio se reduce. Desde las señoras que empujan y meten codazos para abrirse paso por el tren (la palabra "permiso" desapareció del vocabulario chileno en 1978, en el marco de la Operación Cóndor), hasta los flaites que acaparan todos los asientos y el piso (¡Se sientan! Mientras uno tiene que compartir su metro cuadrado con otras tres ó cuatro personas...), se hace muy difícil no buscar la oficina de reclutamiento del NSDAP más cercana a la estación de destino de uno. Y la estación Tobalaba, en donde comienza el trayecto de la línea 4 (la más larga del sistema), es la manifestación paradigmática de esta completa falta de consideración.

Me explico: Por ser el comienzo del trayecto, todos los trenes llegan vacíos a esta estación. Por ser la línea más larga, a la vez, probablemente tenga el mayor flujo humano del sistema. De modo que la estación tiene multitud de escaleras que llevan, en la hora pico, a un andén que es - literalmente - un mar humano. Algunas veces no hay espacio, en un andén de unos 50 x 5 metros, y una densidad de 4 personas por metro cuadrado, para la gente que se ve obligada a esperar en la escalera. Por suerte avanza bastante rápido, por dos fenómenos que paso a detallar.

El primero, es que los trenes llegan con una frecuencia aproximada de dos minutos. La gente entra a la estación, pero sale. Sin embargo, el segundo fenómeno - y el que me emputece - es que la gente no sube a los trenes. ¿Dije "gente"? Perdón, quise decir "las viejas gordas, incapaces de criterio". Como el tren llega vacío, hay asientos disponibles - asientos que, por supuesto, son rápidamente ocupados por la gente que quiere irse a su casa. Entonces estas señoras, ignorando el mar humano a sus espaldas, se quedan paradas FRENTE A LA ENTRADA DEL VAGÓN, esperando al siguiente tren. Estorbando, e incluso con el descaro de quejarse cuando alguien las empuja para abrirse paso.

El absurdo es que muchas veces tienen que esperar dos ó tres trenes para subirse, finalmente, y tomar asiento. Porque desde luego, nadie les da asiento: por un lado, sí, este país está lleno de maleducados. Pero principalmente, porque son señoras que efectivamente pueden estar de pie - de hecho, están de pie todo el rato que están esperando a estar al frente y agarrar un asiento. Ni siquiera son todas señoras gordas; muchos hombres jóvenes (y otros no tanto) están junto a ellas, añadiendo al bulto humano que dificulta el tránsito en, de todos los lugares, un andén de trenes muy muy ocupado. Los genios de Metro pusieron guardias para evitar que la gente se caiga, pero me pregunto: ¿Por qué no comienzan una campaña para obligar a la gente a que se suba a los malditos trenes, en vez de estorbar?

De cualquier modo, creo que ya he cubierto este tema. Por lo que les ofreceré, a partir de mañana o pasado, un estudio acerca de la situación. Pretendo probar dos tesis:
a) Que la cantidad de tiempo perdida estando de pie para esperar un tren es similar o mayor, en promedio, a la cantidad de tiempo que se perdería subiéndose a un tren - y viajar de pie -para irse a casa.
b) Que la cantidad de energía perdida aguardando el tren de pie, y viajando sentado a destino, es - de nuevo, en promedio - mayor que la cantidad de energía perdida tomando el primer tren, y viajando parado.

Con este fin, me estableceré mañana o pasado (jueves 8, viernes 9) en la estación Tobalaba, cerca de la hora pico (6-7 de la tarde). Contaré el tiempo promedio que esperan algunas personas al azar, y los interrogaré respecto a sus destinos (para calcular el tiempo promedio de viaje). Con esto, pretendo probar la irracionalidad que, incluso a nivel personal, tiene una actitud tan molesta como ésta. Finalmente, si los resultados son positivos, quizás envíe una misiva al Metro de Santiago, dándoles a conocer los resultados de mi investigación, y sugiriendo que completen su abrazo amoroso con el nazismo impidiéndole a la gente estorbar en los andenes en hora punta.

Si alguien quiere ayudarme, acepto toda clase de auxilio.

UPDATE: Por motivos personales, no pude realizar este estudio en la fecha determinada. Este lunes me voy al Cajón del Maipo. Por ende, quizás a mi regreso lo haga.

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