No leí el libro que hizo famoso a este número. Supongo que todos lo sabían... lo que no saben, es que tampoco me importa. No sé quién lo escribió, no me interesa qué diga ni que trate, y hay una infinidad de libros que preferiría leer antes - por supuesto, hay otra infinidad de libros por sobre los cuales preferiría este libro.
Como el libro en cuestión no me interesa... no hablaré de él. En cambio, a modo de "celebración", hablaré de mí, su humilde servidor, y mi relación con los medios de expresión y socialización, pricipalmente electrónica. Más de estos medios que de mí mismo, claro - no creo que a nadie le importe demasiado mi vida, y no quiero complacer a aquellos que sí les importa.
Sin hacer un ejercicio exhaustivo de memoria, creo que este es el blog que más me ha durado. Ha sido también el más popular, de alguien que nunca fue demasiado popular, ni en la internet ni en la vida real. En la primera, por un carácter "ligeramente" conflictivo, y en la segunda porque no interactúo demasiado. Mis otros blogs han perecido de forma más o menos rápida, bien porque el tema se agotaba rápidamente, bien porque no podía mantener el ritmo y me molestaba demasiado, y en una fatídica ocasión, incluso, por una mescolanza desafortunada con el ámbito de mi vida personal. Para alguien tan poco expresivo como yo, leer las cosas que aparecen escritas acá puede llegar a ser muy shockeante (qué palabra más fea, Dios).
Y esta supuesta, y relativa, popularidad de este blog se puede atribuir a un factor, pero queda sin explicar por otros motivos. Vengo escribiendo desde los 13 años, si no de antes, aunque no necesariamente en el formato de ensayo liberal que empleo la mayor parte del tiempo acá. En ese tiempo, he aprendido algunos trucos, he suprimido algunas manías y, quiero creer, he mejorado en mi habilidad para escribir - bien ensayos, bien cuentos, bien cualquier expresión escrita. Me manejo con las palabras, por lo menos para causar un efecto cómico, y eso es lo que hace que la gente siga leyendo este blog.
Por otro lado, como ya he dicho, no soy popular. No porque sea mala persona, ni muy feo, ni muy gordo ni un psicópata. Sencillamente no se me da, me atrae mucho más la vida del ermitaño que estar rodeado de gente. Creo que, con los años, casi he perdido ese impulso, esa necesidad humana de tener gente a mi alrededor - aún me deprimo si estoy completamente solo, pero cada vez siento una menor necesidad de hablarle a una persona. Tengo pocos (pero muy buenos, sí) amigos, y en mis veinte años de vida no he tenido ni una sola relación amorosa estable, y las "inestables" se pueden contar con los dedos de una mano. Tampoco he tenido sexo, y para desconcierto de amigos y familiares ese asunto tampoco me quita el sueño. No soy tan amargado como me autorretrato en esta página; peor aún, ni siquiera me importa.
Es en ese sentido en que no se explica por qué la gente lee esta porquería: ¿Qué tengo yo para decirles? Tengo 20 años, luego no tengo ni la experiencia ni el camino recorrido; obviamente no tengo absolutamente nada que decirles acerca de cómo tratar con otra gente; tampoco pertenezco a algún grupo especial, desde cuya particular perspectiva pueda redesribirles el mundo (salvo alguna sospecha, infundada e intermitente, de encajar en algún lugar del espectro autista - pero claro, todo el mundo piensa eso); y, aún admitiendo que este blog es terriblemente gracioso, ya van dos años (más o menos, no llevo la cuenta) y no hay chiste que aguante semejante desgaste. Sé que lo hago muy bien, pero no alcanza para explicar todo.
En cuanto a la longevidad de este blog, pasa sencillamente porque los artículos están bastante distanciados, temporalmente, entre sí. Este artículo demoró un mes, con respecto al anterior - aunque esperé, inútilmente, poder publicarlo desde una laptop nueva, y lo tengo como borrador desde hace tiempo - y los otros no están demasiado cerca entre sí, excepto por los primeros cuatro o cinco que caen en la misma semana. No tengo un tema demasiado amplio, fuera de quejarme de todo y de todos, y la demostración está en que hay temas (Tinelli, Maná, Arjona) que he cubierto más de una vez. Tampoco siento la necesidad de ampliarme, dado que la gente lee a un mono insultando a los cuatro vientos y que mis otros ensayos, de corte más serio, han pasado desapercibidos. Incluso aquellos artículos a los que he dedicado más esfuerzo (como el de la publicidad), y que quizás tengan un punto, han pasado desapercibidos. Nadie se toma en serio nada de lo que escribo, y si este blog ha sobrevivido a eso es, sencillamente, porque también yo he aprendido a no tomarme en serio. Había un blog anterior a éste, muy similar, que fue borrado una vez que me dí cuenta de que no servía para hacerme escuchar; pero las ganas de quejarse a veces son más fuertes. Aunque a nadie le llegue el punto.
Pero ya he dicho demasiado de mí, y de mi blog - dije que iba a hablar de medios de socialización electrónica, y eso es lo que pretendo hacer. Por supuesto, sería más fácil hablar de ello si usara estos medios, pero tampoco lo hago. No tengo facebook, ni hi5, ni MySpace, y debo ser la única persona sobre el planeta que tuvo o tiene un fotolog con el propósito de publicar fotos. O un comic, en sus postrimerías. Y me voy a quejar hasta el fin de los tiempos, cada vez que alguien me pide que le firme/postee/agregue, porque no logro entender cuál es el maldito apuro con concentrar la mayor cantidad de conocidos posible. ¿Firmarte tu apestoso libro va a hacer que me importe un huevo y la mitad del otro cualquier cosa que te pase? Puede ser que alguien de los que te firma/etc. lo haga por eso, pero créanme: No es porque te firma, o le firmas, que le importas. O eso quiero creer. Y otra cosa; tengo todavía que saber de alguien que tenga un amigo, pero un amigo en serio, al que haya conocido por firmarle el fotolog. Sé que la gente se conoce por medio de estas cosas (¡Qué no voy a saber!), pero es muy distinto que alguien llegue por esos azares de la vida, lea/vea algo interesante y esté interesado en saber más de esa persona a intercambiar una cuenta retardada, para ganar una competencia imaginaria de largo genital. Ni siquiera voy a negar que obtener reconocimiento se siente bien, ¿Pero qué clase de persona insegura hace de ello su pasión y su vida?
Me desvío; no uso estos servicios. Sí tengo un blog, sí leo blogs de otra gente y a veces (creo) hasta les dejo comentarios, obviamente ofensivos o desagradables (nah, joda). También me he unido a lo largo del tiempo a foros variados, en donde siempre, sin falta, desde mi más tierna adolescencia hasta hoy cojo lucha con alguien y termino amargándome la vida (aunque aprendo; ahora me voy, antes de enojarme). No sé si es la pasión por hacer al otro ver (lo que creo que es) la verdad, o un instinto competitivo muy reprimido, y no voy a psicoanalizarme intentando responderme esta pregunta. Baste decir que eso ha contribuido a disminuir mi popularidad en internet, lo que es paradójico porque mis expresiones de foros y las de acá no difieren demasiado. Supongo que es la ventaja de contar con una tribuna, aislada de la disputa.
También juego Utopia, un juego de estrategia en red, cuya gran gracia es que te colocan con un montón de gente al azar y hay que trabajar juntos en pro de... bueno, ganar? O al menos sobrevivir. El juego en sí es meh, y de cualquier modo no hay forma de ganar porque los tipos de la punta hacen trampa y se ponen a lloriquear cuando los borran hasta que dejan de hacerlo (borrarlos), así que es un tanto frustrante - pero se arman buenas relaciones con la gente ahí, al punto que uno sigue jugando no porque el juego esté bueno sino por su grupo de extraños aleatorios (tengo a un singapurés que está de intercambio en Canadá en mi MSN, y tenemos que coordinar ataques y esas cosas). Tampoco acá soy demasiado popular, pero al menos juego bien así que me dejan ser.
Y finalmente, por petición expresa, pero bajo la influencia de sustancias, ehm, filosóficas de Patricio, estoy jugando un bodrio de nombre eRepublik, un juego de simulación política en donde básicamente uno hace exactamente lo mismo que hace en la vida real: Trabajar como negro, votar por ladrones y ser un perdedor de acá a Marte. ¿Deprimente, no? Yo lo detesto. Y si sigo jugando, es porque al menos puedo publicar... ¡Un periódico! (No gano ni un centavo por ello, sí. Trabajo como negro y a nadie le importa) Una vez más, mi capacidad de escribir bien (?) me salva (aunque igual me cague de hambre, en el juego). Acá también se puede conocer gente, pero... bah. Si lo nombro es porque, como tantos otros sitios antes mencionados, hay un énfasis puesto en lo social; uno puede agregar amigos (igual que en facebook!), editar su perfil (!) y mandarles regalos. Sólo falta firmarle al otro su periód... uf.
A mi defensa... tengo un sólo amigo (en el juego), y he rechazado todas las otras solicitudes. ¿Quién carajo se creen? Son completos desconocidos - con intereses, muchas veces; quieren que los vote o que trabaje para ellos - y mi amistad no se gana tan fácil.
En resumen... nada. Uso algunos servicios de socialización, pero no los uso para socializar. ¿Por qué nos importa tanto que nos conozcan, ser conocidos o famosos, en vez de importarnos importarle a la gente? Yo me sentiría pésimo si mi madre no me quisiera, pero me importa un huevo que me dejen comentarios, ofensivos o halagatorios. Mucho más me gusta que lean y que se queden masticando las ideas; que dejen de ir a conciertos de Maná, que dejen de colocarse nicks estúpidos, y en general que contribuyan un poco a importarles a otra gente, y preocuparse de otros, en vez de ir por la vida aullando como mandriles para que les presten un poco de atención. Cuando haya que prestarles, si es que hay que prestarles atención, estaremos allí. Hasta entonces, bueno, jódanse y déjenme en paz. No les voy a firmar nada.
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