(No, no hablo portugués)
Paulo Coelho. De todos los temas que podría haber tocado en este blog, que en sí es poco más que una recopilación de todos los males del mundo, Coelho ha estado misteriosamente ausente. Pero a diferencia de otras ausencias misteriosas, ésta no se debe a algún interés personal o cercano. A ninguno de mis amigos les gusta Coelho, o bien son lo suficientemente sabios (paradójicamente...) para no mencionarme el tema. Tampoco hay alguna característica redentora de su obra, ni siquiera posee el valor humorístico como para tomársela a la ligera. La omisión de semejante afrenta a la racionalidad humana no tiene excusa para faltar en este blog, y hoy pretendo remediar esta situación.
A diferencia de otros temas, sin embargo y por suerte, no conozco a Coelho a cabalidad. Nadie me ha regalado un libro de él, no hay pancartas gigantes que me obliguen a leer su obra (por suerte), y el ambiente intelectual de la facultad implica que cualquier persona que siquiera ose nombrar al Innombrable será anatemizado por sus colegas de forma instantánea. A diferencia de la polución radial, a la que he dedicado largas líneas; a diferencia incluso de la polución visual, a la que ya le dediqué un larguísimo artículo (y aunque Coelho se beneficie de ésta), mis esfuerzos por mantener distancia con el escritor brasilero han sido, por fortuna, exitosos; y aquellos breves acercamientos que he tenido a su obra han sido bien casuales y pasajeros, bien impulsados por motu propio, por algún deseo recóndito y censurable de causarme mal a mí y a mis neuronas por medios no-alcohólicos.
Mi primer, y quizás más importante acercamiento a Coelho fue a través de su bazofia (a la que no elevaré llamándola obra), Manual del Guerrero de la Luz. Este libro llegó a casa tras uno de los memorables cumpleaños de mi madre (tan memorable que no me acuerdo), gracias a una otrora amiga que, según luego supuse, nunca más osó cruzar el umbral de nuestra puerta. Para ese entonces ya había escuchado todas las cosas que se dicen de Coelho pero, tozudo como siempre, decidí ignorarlas y averiguar, por mis propios medios, cuánto de verdad había en lo que había escuchado.
¡Oh, cuán necio fui! Para aquellos que sientan ganas de leer el opus coelhiano: No empiecen con El Manual... harán mejor si ni siquiera empiezan, la verdad, pero creo que eso queda claro por el tono de este artículo.
En cuanto al Manual, es una recolección de lugares comunes mezclados con líneas pseudofilosóficas, destinadas a hacer "sentir bien" al lector, las que Coelho intenta, inútilmente, entretejer por medio de una historia (la que se remonta a: "Hace años estaba en una playa, conocí a fulanito, y me dijo [larga, eterna lista]). Sin una historia coherente, sin el menor resquicio crítico y sin una prosa exhuberante ni mucho menos, El Manual... tiene la dudosa distinción de pertenecer al exclusivo club de los Libros que No Pude Terminar de Leer Antes de Querer Arrancarme Los Ojos Con Un Cuchador (O LNPTLAQALOCUC, para abreviar), junto a otros bodrios literarios como El Código Da Vinci (Soy malo... ¡Y soy del Opus Dei! Uf.) - mencionaré, además, que lo de los Guerreros de la Luz es el título de la página de Coelho - página en la que, al igual que el libro, no encontrarán ninguna referencia a batallas ni explosiones, que es lo que supondríamos que hace un "Guerrero de la Luz". O eso, o cabalgar unicornios alados (tampoco hay equinos místicos).
Me ahorraré menciones a esta página en lo sucesivo, fuera de mencionar lo ridículas que son las "reflexiones" que allí aparecen, con citas de autoridad tales como "un poeta/general chino dijo:" ¡Cuidado, Intelectualidad Mundial! ¡Teman a la inmensa sabiduría de "un poeta"!
Fuera de eso, como ya dije, me he abstenido de este escritor terrible, por motivos claros y distintos. Mencionaré, para cerrar, otra experiencia relacionada con Coelho, que tuve la oportunidad de apreciar en uno de mis viajes a la facultad: Un tipo iba leyéndolo (otro libro, por suerte) y, ojeando para ver de qué se trataba, noto que sólo la mitad de la hoja estaba escrita. ¡En un libro de 140 páginas! No sólo Coelho es un mediocre literato, incapaz de la menor originalidad, sino que ¡Tima a sus lectores, vendiéndoles la mitad de lo que creen comprar! Por otro lado, se lo merecen por leer a Coelho.
Antes de cerrar, les dejo un juego: Tomen un libro de Coelho al azar, y cuenten la cantidad de veces que la palabra "Maestro" aparece. Si es menos de una vez cada dos páginas, les doy un premio. En serio.
Saludos. Digo, "un poeta dijo: Saludos"
Varias cosas:
ResponderBorrar1) Qué quieres... a Coelho lo leía la Bolocco, y ya sabemos del mal gusto que tiene esa mina.
2) LNPTLAQALOCUC = comatocpé???
3) Guerrero de la Luz = billar láser?
(... y sí, todavía estoy en shock por lo del doble asesinato y eso)