A pedido del público, hoy hablaré del gran (!?) Bobby Fischer. A pesar de que no sé mucho de ajedrez, no recuerdo demasiado de su vida, y a decir verdad no me importa mucho. Es un tema, es el único tema que alguien quiso pedir, y por otro lado es la clase de persona que se merece un tributo.
Ex-campeón de ajedrez, representó a los gringos en algún partido de ajedrez contra los males de la Unión Soviética. Representó al mismo país que, años más tarde, lo exiliaría por ignorar cierto bloqueo contra otra nación comunista (si mal no recuerdo. No importa). Fischer tenía un temperamento explosivo y una integridad moral que muchos se la quisieran (mentira, nadie quiere tener moral en estos días), pero probablemente nunca hubiera llegado tan lejos, de no haber sido por su innegable talento en el ajedrez. Lo que es peor, de haber nacido del otro lado de la cortina de Hierro, más probablemente hubiera terminado en un gulag soviético que representando al Segundo Mundo en Islandia. No pretendo establecer esto como una apología del imperio americano - pero los hechos hablan más fuerte que las palabras.
Los bloqueos son parte intrínseca de la cultura americana. Es el equivalente diplomático al bully, al bravucón, al chico malo de la escuela intimidando a aquellos que se salen de línea (vertical, claro). A pesar de la validez o no de cualquier excusa moral tras estas medidas, en el fondo siempre es el peso económico impuesto para mantener dicho peso - sólo que esta vez, tanto económico como social y, sin lugar a dudas, político. Y Bobby Fischer no quiso ser parte del bravuconeo, y el bravucón se le lanzó encima. El resto es historia.
Fischer murió en Islandia, olvidado por los medios - no vendía lo suficiente. Traicionado por aquellos que lo ayudaron a llegar a la cima hace 30 (creo) años, murió en el olvido, y probablemente solo. Habla pésimo de la integridad norteamericana, pero habla muy bien de la integridad del mismo Fischer, que prefirió marcharse a una islita semicongelada a bajar el moño y sublevarse al gigante yanqui. El mismo que, en el ajedrez, se enfrentó de igual a igual con colosos del deporte, murió con la frente en alto y desafiante.
Y no tengo la autoridad moral para decir una sola mala palabra de él.
Fischer es del tipo de gente que me agrada. Lástima que la gente que me agrada tiende a no quedarse mucho tiempo por estos lados....
ResponderBorrarbuenas, no conocia a fischer y tampoco me gusta la politica pero si la filosfia algo contradictorio en mi, es cierto hoy en dia nadie tiene moral, bueno amigo mio te dejo cuidese y siga escribiendo que lo hace muy bien...
ResponderBorrarsaludos