20100526

Digitalidad ius sanguinis

Desde un tiempo a esta parte, vengo queriendo tratar un viejo concepto, engranado de manera cuasi-dogmática en la mente de muchos pensadores (y uso esta palabra en sentido más bien amplio) contemporáneos. Concepto que se aparece en muchos ámbitos, desde la educación hasta el análisis político hasta el marketing, sin pertenecer a ninguno de estos campos. Una definición casi metafísica, sociológica en el mejor de los casos, pero que brilla por su ausencia en los textos metafísicos o sociológicos que son mayormente consultados por los intelectuales modernos.

Tal concepto, desde luego, no podría ser sino aquella misteriosa natividad digital. Nunca usado de esta manera sustantiva, desde luego, sino siempre refiriendo a los "nativos" digitales, sugiriendo - de manera, desde luego, polémica - que existe un componente innato en los hombres, a partir de cierto parámetro (de fecha, en especial), y que este parámetro ha de ser un factor relevante en diversas disciplinas.

Aquí me enfocaré en demostrar, primero, que no existe tal concepto; segundo, que aún si aceptamos la existencia de este concepto, es irrelevante; y tercero, que su uso camufla verdaderos problemas en los campos en que se le ocupa.

Abro analizando el concepto de natividad digital. Una breve investigación en wikipedia nos permite apreciar que es un término más bien sencillo, de complejidad reducida. O, en otras palabras, son tres párrafos. Aprendemos que su primera acuñación fue gracias a un tal Mark Prensky, un educador con un curriculum aceptable, y ha sido repetido por dos o tres instituciones de cierto peso relativo, pero siempre pertenecientes a un ámbito bien particular, rara vez el educativo. A continuación, alguien hizo este trabajo por mí y añadió una serie de críticas al concepto - pero ignoremos ese párrafo, en tanto no se ajusta a los criterios de Wikipedia.

El concepto acá mencionado, entonces, concordemos en que es una rareza en el ámbito académico. No es muy empleado, pues posee una fuertísima carga teórica y no se ajusta a lo que la mayor parte de los intelectuales preferirían usar. ¿A qué carga teórica me refiero? Muy sencillo: hablar de un nativo digital implica, en su uso actual:

1.- Que existe una fecha límite, desde la cual todos somos nativos digitales y anterior a la cual, todos resultan inmigrantes digitales. Existe una larga serie de problemas con esta suposición, a saber:
1a.- Que la tecnología estuvo al alcance de todas, o una porción considerable de las personas, a partir de dicha fecha, y que anterior a esa fecha no fue así: Se cae de maduro que esta idea es absolutamente falsa. Existen un par de hitos importantes en la computación y otros ámbitos digitales, pero la masificación de dichos hitos constituye un proceso gradual en el tiempo, sencillamente porque requiere cierta cantidad de tiempo producir los elementos digitales. Esto, que puede resultar obvio incluso hoy, lo era todavía más a fines de los 70's y comienzos de los 80's. En consecuencia, me parece sensato establecer por lo menos un par de lustros entre la invención de la computadora personal y su masificación al punto que tuvo relevancia en la mayoría de los campos profesionales, y otro lustro o dos más entre esta masificación y la irrupción de manera altamente relevante en los hogares y otros ámbitos no-profesionales. Tres o cuatro lustros, obviamente, no constituyen ni por mucho una barrera fija que nos pueda servir de parámetro discriminatorio.
1b.- Que la tecnología estuvo al alcance de todas, o una porción considerable de las personas, en todos los lugares el mundo: Esto no sólo es total y completamente falso, sino que es peligrosamente gringocentrista. Las tecnologías avanzan no sólo en el tiempo, sino en el espacio, siendo desarrolladas y aplicadas en un lugar (comúnmente el primer mundo) y avanzando de manera gradual al tercer mundo. La suposición, a la que el concepto tratado aquí invita, de que alguien nacido en 1979 estaría familiarizado con objetos digitales, es groseramente falsa si esa persona resultase haber nacido en el Chile boicoteado de Pinochet, en el Apartheid sudafricano, y sin siquiera mencionar ejemplos más extremos de naciones que, aún hoy, tienen bastante poco acceso a la digitalidad.
1c.- Que la tecnología estuvo al alcance de todas, o una porción considerable de las personas, sin considerar su estrato socioeconómico: Siguiendo una línea similar a mi punto 1b, la adquisición de tecnologías es claramente dependiente no sólo del nivel socioeconómico del país al que se pertenece, sino incluso del nivel socioeconómico propio. Quizás hoy no tanto, gracias a los créditos de consumo masivos y a la penetración de algún nivel de digitalidad en la educación pública, pero no nos engañemos: ningún pobre va a tener un iPad. A menos que se lo robe.
1d.- Que existen inmigrantes digitales, que son más ineptos o poseen menos facilidades naturales para el manejo de componentes digitales: Este es un punto en el que uno se sentiría tentado a otorgarle la razón a… quien quiera que esté usando el concepto de natividad digital. Sin embargo, es una idea que obvia que la gran mayoría de las contribuciones en el campo de la digitalidad ha sido realizada, aún hoy, por inmigrantes digitales. Steve Jobs, Steve Wozniak, Bill Gates y Linus Torvalds, por nombrar cuatro personas, son todos inmigrantes digitales, y no me parece que sea necesario nombrar su importancia, entonces y hoy.
Se podrá replicar que las nuevas generaciones comenzarán a liderar el desarrollo tecnológico digital a medida que vayan madurando. Desde luego, esto es cierto - pero correlación no implica causa. Si las nuevas generaciones comienzan a cumplir este rol, será por el mismo motivo por el que todas las generaciones anteriores comenzaron a desarrollar sus roles de liderazgo en cierto margen de edad: porque es en la adultez, temprana y no tanto, en donde realizamos nuestras mayores contribuciones. No es nada nuevo, y no es nada que se explique mediante el concepto hoy analizado.

2.- Que la digitalidad es, por algún motivo, innata: Evitaré entrar en la discusión sobre si existe alguna cualidad innata o no, discusión tan vieja como la humanidad y tremendamente difícil de resolver. Pero, si existe una cualidad innata en la humanidad, toda la humanidad debe poseerla - de otro modo, no sería innata, a menos que haya pasado mágicamente desde padres a hijos nonatos. Claramente, la idea de inmigrantes digitales le quita piso a cualquier relación entre la natividad digital y esta definición de innatismo.
Podemos abordar este conflicto desde otra perspectiva, según la cual dicho innatismo funciona en sentido figurado: nadie nace siendo un nativo digital, sino que la gente aprende este concepto desde cierta fecha. Lo que me lleva a cuestionarme, entonces: ¿Por qué sólo la gente desde cierta fecha resulta capaz de aprender estos conceptos de manera, digamos, natural? Es decir, existen ciertas conductas aprendidas que deben ser adquiridas hasta cierta edad, es verdad; ¿pero es la "digitalidad" una de ellas? Prensky pareciera referirse a cierto acento de los "inmigrantes", lo que nuevamente resulta correcto en ciertos, no todos, los casos: Alguna gente mantiene conductas, digamos, "pre-digitales". Sin embargo, el parámetro divisorio aquí no es la edad. Por los motivos que ya di en el parámetro 1, y porque sencillamente no resulta así. Yo soy, bajo todas las definiciones posibles, un "nativo digital", he vivido rodeado de tecnología toda mi vida, y sin embargo, cuando busco una partitura para tocar algo, mi primer instinto es imprimir la partitura y llevarme las hojas, y si no lo hago siempre es porque no tengo a mi alcance ni se me ocurre cómo imprimir dicho documento (un obstáculo de clara índole digital). Mucha gente, de todas las edades, elige imprimir ciertos textos porque prefiere leer en papel que en pantalla, porque quiere subrayar, etc., y su elección, como la mía, no pasa por su grado de naturalidad con el elemento digital.
La elección de adoptar ciertas "costumbres" digitales, siguiendo con el símil establecido, no es una que se desarrolle de manera análoga a la adopción de una cultura extranjera, en primer lugar porque no existe la presión social de los "nativos" digitales a realizarlo así (cosa que si se da en el fenómeno de la inmigración, conscientemente o no), y en segundo lugar porque existen una serie de variables que determinan en cada persona la factibilidad de adopción de tal o cual "costumbre digital", la naturalidad ocupando un lugar más bien minoritario en dichas consideraciones. Volviendo al ejemplo de las partituras, me resulta mucho más sencillo trasladar cuatro hojas que una computadora de kilo y medio, y me resulta mucho más sencillo esparcir dichas hojas en el suelo para leerlas, que confinarme a una pantalla que me permite observar, en el mejor de los casos, dos páginas (y que tengo que cambiar con los mismos dedos con que estoy tocando mi instrumento).

De todos estos motivos, entonces, se concluye que no existe un concepto de digitalidad innata. Porque todas las diferencias que parecieran existir entre dos personas, una nativa y otra inmigrante, se pueden explicar por otras teorías de mucha mayor aceptación académica, o sencillamente por el sentido común, y porque los casos excepcionales a los que he hecho referencia hoy no son cubiertos de ningún modo por este concepto de nativo digital. Insistir con este término resulta entonces altamente redundante, ante la abrumadora evidencia de otros motivos que mueven a la gente a adoptar tal o cual método de trabajo frente a objetos digitales; en otras palabras, resulta un concepto redundante, toda vez que necesita de las mismas explicaciones y añadidos que necesitaría la explicación de cualquier fenómeno sin utilizar este concepto.
Finalmente, cierro este ensayo con un comentario, si se quiere, sociológico. Dije que intentaría demostrar que la continua aplicación del término nativo digital resulta dañina, en la medida en que oculta otros problemas u obstaculiza su solución. Ya hice una pequeña referencia al etnocentrismo que nos permite enfocar una arista de este problema: no podemos ser todos nativos digitales, porque pertenecemos a culturas distintas que afrontarán a la digitalidad de distintos modos; y en la medida en que la educación se enfoque a este concepto como dogma infalible, está obviando todos estos elementos idiosincrásicos, fallando en su labor como falla toda teoría educativa que no tiene en cuenta a quién está educando. En efecto, referirse a la dicotomía nativo/inmigrante digital como parámetro, en particular con tanta fuerza, sirve para camuflar las diferencias idiosincrásicas entre cada pueblo, cada persona, y cada estrato social que pesan muchísimo más que las diferencias de edad, sin aportar nada a cambio si partimos desde el supuesto de que toda educación ya viene configurada teniendo en cuenta la edad del educando (si no, no funciona).

Por todo esto, concluyo entonces, la idea de un nativo digital es falsa y debe ser erradicada de todos los textos que la emplean, a fin de dar paso a nuevas teorías que logren un aporte real en los campos en que se las ocupe. Sé que nadie me va a dar pelota, porque estoy escribiendo en un blog, y que van a seguir repitiendo este término como si fuese el Verbo Revelado, pero qué me importa. Al menos yo sé que están mal.

Chao.

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