Me parece que no escribo de nada nuevo, pero digamos que tan sólo tomo un ejemplo para representar una crítica al estátus injustificado de algunos medios, bla, bla. En realidad no; sólo quiero escribir sobre la Rolling Stone, pero en fin, no puedo detenerlos, si quieren reinterpretarme como se les antoje.
Y así pues, la Rolling Stone. Revista que recientemente cambió su formato - en Argentina, al menos - al tamaño tabloide, marcando de manera aún más patente su descenso a la chabacanería y la pseudosapiencia sostenidas - creo, de otro modo no se explica - sólo por asociación a una banda ligeramente menos mediocre.
Pero, ¿qué pasó? La RL solía ser - quiero creer, no me consta del todo - una revista de prestigio, en donde se publicaban artículos por y sobre las grandes bandas del rock del momento. Bandas influyentes, bandas que "rockeaban" - sí, de esa manera fea, a lo Jack Black. Pero en fin, podría ser peor - bandas que la gente miraba como referentes musicales, más allá de su éxito financiero. Que, sí, era bastante abultado. Quiero creer que todo empezó cuando dejó de haber bandas así, tan influyentes, y los tipos de la Rolling Stone se vieron cada vez más y más entrevistando a dinosaurios fosilizados, que habían sido revolucionarios para sus abuelos pero que hoy con suerte logran sobrevivir entre orgías (¡como los Rolling Stones!).
Y claro, entonces dejaron de ser lo que eran, de manera análoga a sus entrevistados. Lo que siguió, entonces, fue una desesperada búsqueda… tanteo, más bien, por las "nuevas" bandas.
Así, entonces, se explica que hagan un artículo - articulito, dejémonos de cosas - sobre bandas como Doña María. Bandas buenas, poco conocidas, hasta innovadoras… pero de las que Jack Black se alejaría gimiendo por piedad. Bandas que rockean menos que Frank Sinatra (ahora, que descansa en paz). Bandas, en fin, que hace unos años jamás hubieran salido en la Rolling Stone; no por malas ni por poco influyentes, sino - sencillamente - porque no son del perfil.
Lo sorprendente no es eso, en todo caso. En algún momento, como todas las publicaciones, la Rolling Stone se vende. Antes no era notorio; si publicaban un artículo sobre Kurt Cobain, bueno, al menos el flaco tiene algo de credibilidad. Pero de pronto, cambió eso… más o menos junto con el surgimiento de Disney como discográfica (sí, la tengo contra ellos). Y así es como surge en la Rolling Stone una entrevista a… ¡Zac Efron! Sí, el niño bonito, con cara de puto que protagoniza las BDSM (¡Ja!) y ahora sale en más películas que, sumadas, tienen más o menos el mismo peso de un globo de helio. ¡Zac Efron! Y uno se pregunta… ¿Qué habrá hecho éste de rockero? El musical es un bodrio (creo, preferiría sumergirme las pelotas en mercurio), y no parece tener ninguna relevancia como músico. Creo que ni siquiera cantó en la primera HSM, de hecho. Pero nada de eso importa… ¡Abran las piernas, que viene Zac Efron y hay que entrevistarlo! Imbéciles.
Ni que decir de los Jonas Brothers, personajes a quienes he comentado más de lo que se merecen. El último (?) número trae una entrevista… ¡De uno de los pendejos, a Elvis Costello! Ahora, Costello no me merece demasiado respeto, y Nick Jonas o como se llame tiene todo el derecho a hacer lo que quiera con él, pero cabe preguntarse: ¿Cómo llega eso a la Rolling Stone? Si cualquier mariconcito - no es que tenga un problema con su orientación sexual, por más que pareciera. Colocaría "pendejo", pero si un pendejo entrevista a un rockero es más factible que suceda lo que diré que no sucedería - entrevista a cualquier rockero de tercera, no sale ni en Crónica; pero éste tiene el apoyo de la maquinaria Disney detrás, así que bajémonos los pantalones para el Chico Insulinodependiente y su pandilla de hermanitos reprimidos sexualmente.
Y lo que me molesta no - ok, también - es el peso de la maquinaria de una corporación, obligándonos a tragar la cacofonía que emite para estupidizar a nuestros jóvenes. El tema es que la Rolling Stone se preste para esas idioteces sin siquiera decir un "pero…", y que siga teniendo el mismo prestigio de siempre.
Conclusión: La Rolling Stone apesta. Compren periodismo serio o dejen de leer mierda, al menos.
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