McDonals es una mierda. No, no he decido mostrarme al mundo como Capitán Obvio... bueno, en realidad el anterior comentario sí es algo que todos sabemos. Pero no está de más recordarlo.
Ayer tuve un día de MierDonalds. No, no fue voluntario - no del todo, por otro lado también podría haberme arrojado a las líneas del tren, pero me gusta sufrir y hacer peligrar mi salud - y tal vez eso sea mi única explicación. Ocurre que, bueno, mi día comenzó muy temprano (6:30), pues tenía un entretenido trámite que realizar. Así que me levanto, me visto, veo unos minutos de TV mientras esperaba a un amigo, y luego salimos. Había que estar a las 7:30 en un edificio que quedaba más bien lejos, y allí tomar un formulario, por el cual había que pagar una (no tan) módica suma... en el banco. "Ah, perfecto, uno sale y seguramente el banco está cerca, uno no se demora tanto"; ésta es la frase que hubiera seguido a continuación en un mundo perfecto o, al menos, eficiente. El quid de la cuestión, hallábase en el horario de apertura del maldito banco: 10 a.m. O sea, de ser las 7:30, tenía que esperar más de dos horas a que abriera el maldito banco, porque claro, no tengo nada mejor que hacer que estar haciendo trámites (en realidad no, pero ese no es el punto). Así que, nos dirigimos al banco en cuestión, y nos disponíamos a sentarnos y esperar, cuando recordamos que no habíamos comido, temprano como nos habíamos levantado y porque habíamos salido tan rápido, porque queríamos llegar temprano y terminar el trámite rápido, etcétera. Así que, ahora que teníamos bastante tiempo libre, podíamos ir a desayunar, pensamos; y eso hicimos. En mi mente, me imaginaba una leche con plátano y un buen sandwich de algo innecesariamente pesado para comenzar el día.
Nada más lejos de la realidad.
Tras caminar unas cuadras, notamos que lo único que estaba abierto a tan tierna hora de la mañana, era la fatídica M amarilla. Eso, y una casa de cambio, creo... y bueh, los billetes no saben muy bien, para su precio. Así que, ni modo, entramos a la M, a una hora en la que ofrecen el mítico desayuno que sólo sirven hasta las 10 y media; teníamos dos horas para gastar, y el sagrado menú frente a nosotros.
¿En qué consistían las opciones? Bueno, uno podía pedir unas medialunas (meh) o un tostado con jamón y queso, y opcionalmente huevo. Todo, acompañado de algo que supongo que es café, pero prefiero tener la enfermedad de Creutzfeld-Jacob a tener que comprobar que sea café; es una situación de perder-perder. O es agua del Río de la Plata con colorante caramelo, o es un brebaje que no se decide a ser amargo o ácido y opta por todas las anteriores; servido (sea lo que sea) como a cuatro mil grados para que uno tenga que esperar como idiota a que la porquería se enfríe durante media hora para luego tomarse algo que igual está caliente... en verano. No, opté por el jugo, y menos mal que accedieron a cambiármelo. Junto a mi jugo, elegí la tostada de jamón y queso; una historia de mi amigo acerca de que el "huevo" es en realidad un polvo de dudosa procedencia, me dejó sin ganas de probarlo. Digo, a nadie le gusta que le echen un polvito que no se sabe de dónde salió, ¿no? En fin, tostada y jugo. El jugo estaba decente, es cierto, pero la tostada, por los 4.25 que me costó todo, no lo valía. Era una mezquina tostada de pan Ideal (ese con gusto a esponja) con algo que alguna vez pretendió ser jamón, y el Queso Plástico © de MierDonalds. Debo reconocer que queda mejor sin estar en una hamburguesa (más sobre eso, más adelante), pero casi no me doy cuenta porque cada mordisco en la maldita tostada era como caerse de boca sobre el salar de Uyuni, y así el jugo se fue demasiado rápido. Dos minutos más tarde, cuando mi amigo y una gringa buena onda que nos estaba acompañando recién habían abierto sus respectivos menús, me paré y fui a comprarme algo más porque tenía hambre y no había nada más abierto en cuadras; para evitarme la experiencia del salar, y porque no podía ser tan malo, opto esta vez por la tostada que trae huevo. ¿Mi experiencia? Sí, mejor; la sal estaba mejor distribuida y el huevo tenía sabor a huevo. Me pregunto, eso sí, cómo hacen que los huevos queden así, tan altos; probablemente nunca fue huevo. Ni modo, estaba bueno y, 36 horas después, sigo con vida, así que no era tan malo.
Finalmente, pago en el banco, y termino mi trámite, y horas más tarde me hallaba de nuevo muerto de hambre. La cocina, además, estaba llena, así que salgo para buscarme algo de comer. Podría haber optado por pizza, otra vez más, pero como estoy comiendo tanta... decidí dejarlo para después. Podría haber optado por una milanesa, pero la verdad no tenía ganas. Y, caminando y caminando, me topé con otro MierDonalds que hay cerca de acá, y como no como allí hace meses (una sabia decisión), decidí darle una nueva oportunidad, esta vez a su menú regular, y entré. Me ví enfrentado, primero, a un restaurante comprensiblemente vacío, a pesar de ser estéticamente mucho más agradable que cualquier otro McDonalds del mundo. Las opciones eran pobres, el estereotípico Big Mac, un Cuarto de Libra doble con queso (como las que me hago yo, pero estas son con... eso), una McNífica (doble duh), y una Pechuga Crispy, además de la Big Tasty que es la hamburguesa más defraudante de este milenio, y por su precio está fuera de la discución. Tras largos 10 segundos de meditación, pedí una Big Mac con coca y papas.
Ahora bien, de mejor a peor. Las papas estaban buenas; si alguien entra a un MierDonalds y pide papas, podría comprenderlo. Habían de esas papas que parecen medias, pero eran pocas y las otras estaban crujientes y sin mucha sal. He probado mejores, igual. La coca también estaba bien, poco aguada y sin hielo, pero suficientemente helada. El Big Mac, como gran gracia (y el motivo por el cuál lo elegí por sobre las otras opciones, como uno elige la guillotina por sobre la horca, lapidación, y un maratón de High School Musical) tiene una salsa que tiene un sabor bastante particular; McDonalds ha optado por ponerle "salsa secreta", para que nadie note que es mayonesa, ketchup, mostaza, y salsa americana. Queda bien, pero me hace preguntarme sobre sus orígenes más de lo que quisiera a la hora de la cena. El pan... no, eso no es pan, es... no sé, no sé qué coño sea, es como plástico medio dulzón; la lechuga no es mejor, tiene gusto a nada, tiende a caerse, y en general es la adición menos contundente del bocadillo. Del queso ya he hablado; esta vez, su sabor es minimizado por la Salsa Secreta, así que es casi tan inconsistente como la lechuga, y la hamburguesa... bueno. Señores, se llama Big Mac. ¿Por qué? Esa hamburguesa, esa excusa medio quemada de hamburguesa, es lo menos "Big" con lo que me topado. ¿Qué clase de pelmazo podría considerar ese pequeño, muy pequeño disco de carne genéticamente modificada, como grande? Las hamburguesas de MierDonalds son pequeñas y caras, no valen su precio, y cualquiera que piense lo contrario es porque no tiene idea de cocina o de comer. Además, tienen suficientes calorías para alimentar una ciudad pequeña, ¿Por qué habría de basar mi dieta en eso? Yo me hago hamburguesas 3 veces más grandes, y 1941941984919194 veces más buenas, y lo hubiera hecho si hubiera tenido espacio. Y seguramente tienen menos grasa; ¿Cuál es el chiste de modificar genéticamente a las vacas, si al final todo es grasa? Bien podrían comprar lo que sobra en las cirugías plásticas de todos los que comen demasiado McDonalds y hacer las hamburguesas a base de eso... o tal vez ya lo hacen, guácala.
En fin, no vayan a McDonalds. Ya todos saben eso, pero si alguna vez sienten la tentación... no lo hagan. No para sostener una ideología media extraña, no por su salud física y mental... no, sencillamente porque McDonalds es malo. El año antepasado fue el primer año en que registraron pérdidas, ¿Y qué hacen los "genios" a cargo? Cada día McDonalds es peor, recuerdo aún cuando me gustaba ir porque era 1.- Barato y 2.- Bueno. Recuerdo haber peleado para comerme un Cuarto de Libra con queso, o una Big Mac, porque era efectivamente Big y no el canapé de rata que es hoy. Cada día que entro a un McDonalds (lo que no ocurre muy a menudo), me llevo una peor impresión. El McFlurry, que en su época era un helado relativamente barato, que traía mucho helado y galletitas, con una salsa de esas que uno siempre quiere para su helado, hoy es más caro que ir a una heladería y comprarse un cono gigante con helado con sabor a algo, y que además trae galletas. Los otros helados, seguro son cada día peores. La coca está aguada, e incluso las papas hoy en día son un tiro al aire, y los brillantes ejecutivos de la franquicia no hacen nada al respecto porque, además de ser cerdos capitalistas, son completamente idiotas. Espero que McDonalds se hunda definitivamente y de una vez por todas; si no para liberar al mundo de un símbolo del capitalismo, al menos porque así nos liberaremos de la peor comida que Estados Unidos tiene que ofrecernos. Qué asco.
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